Existen muchos métodos de estudio. Pero, ¿cómo saber si es efectivo? Lo importante a la hora de afrontar un examen es haber fijado correctamente los conocimientos. No a todos les funcionan las mismas estrategias. A continuación, te dejamos algunos consejos clave para identificar el procedimiento que más se acomoda a tus necesidades.
El aprendizaje: un proceso que se debe disfrutar
Primero pensá en las cosas que hacés en tu tiempo libre: aquellas que realizás al terminar de estudiar. Puede ser dibujar, jugar algún videojuego, hablar con tus amigos, escribir, etc. Una vez que hayas logrado identificar tus pasatiempos, buscá la manera de sublimar tu modo de estudio en una actividad similar. Por ejemplo: Si te gusta dibujar, puede ser una señal de que lo ideal para vos sería estudiar con imágenes, colores y representaciones gráficas. Si en cambio, preferís hablar con tus amigos, podés optar por grupos de estudio. Esto no solo te ayudará a hacer del proceso algo mucho más ameno, sino que además encontrarás el momento de aprender mucho más interesante.
La clave del éxito es la organización
Organizate siempre de alguna manera práctica. Considerá utilizar una agenda, un planner mensual, un bullet journal o simplemente un cuaderno donde anotes y planifiques tus tareas. Lo importante es que lleves un registro de lo que hacés para poder orientarte y saber qué tanto te has acercado a tus objetivos.
Sé creativo

Experimentar es la clave. Si disponés del tiempo, buscá siempre nuevas maneras de aprender. Podés buscar juegos de preguntas y respuestas online, utilizar aplicaciones o hacer actividades con tus compañeros.
Armar mnemotécnicas
Adquirir mnemotécnicas para recordar un determinado concepto parece ser un proceso difícil, pero en realidad puede ser cualquier cosa: un juego de palabras, un chiste, una asociación con algo que te gusta. Podés ayudarte con ideas de internet o pedirle ayuda a un compañero que estudie lo mismo.
No existe un proceso de estudio equivocado, ni uno correcto: depende de lo que a vos te sirva y acomode. Muchas veces habrás escuchado que “a último momento no se estudia” y su opuesto “hay que estudiar hasta que te llamen a rendir”. En realidad, varía según tus hábitos, la práctica que tengas y como te sientas cuando decidas estudiar.